Los estudios de Elton Mayo
El primero de los cuatro estudios principales de Mayo tuvo lugar durante 1923-1924, en una
fábrica textil de Filadelfia. El problema que investigaba era la excesiva rotación de personal en un
departamento donde el trabajo era particularmente monótono y extenuante. Al
poco tiempo de habérseles asignado para trabajar allí, los trabajadores
mostraban la tendencia a hundirse en un estado de abatimiento y desconsuelo y a
la larga llegaban a tornarse irritables, sin razón aparente alguna, e
impulsivamente renunciaban a su empleo. Antes de la llegada de Mayo, habían
fracasado de modo rotundo numerosos intentos hechos por "ingenieros en
eficiencia" para detener la ola de separaciones mediante distintos
proyectos de pago de incentivos.
Al principio, Mayo creyó que la razón para tal
comportamiento de los obreros debía ser la fatiga física, por lo que instituyó
una serie de periodos de descanso durante el día de trabajo.
En el proceso de tratar de programar estos periodos de
manera más eficaz, la gerencia experimentó con la idea de permitir a los
trabajadores que ellos mismos formularan tal programación. El efecto fue
violento: la rotación de personal descendió considerablemente hasta casi el
mismo nivel de los demás departamentos de la planta, la productividad creció y
las muestras de melancolía desaparecieron.
Mayo interpretó estos resultados como consecuencia, en
parte, de la eliminación de fatiga pero, principalmente, por haber permitido a
los empleados que participaran en la dirección de su propio trabajo. El
desánimo, según intuyó Mayo, era resultado de tener que trabajar en un medio
ambiente deshumanizador, es decir, como aburridos y aislados siervos de hileras
de máquinas impersonales. Una vez que la monotonía no solo se rompió, sino que
esto se hizo por un proceso mediante el cual los mismos trabajadores
desempeñaban un papel activo, ocurrió una importantísima transición. Aquellos
hombres que con anterioridad se habían sentido "solitarios"
(incapaces de comunicarse entre sí y casi totalmente indiferentes a cualesquier
intereses comunes), se unieron ahora en un grupo coherente. Lo que es más, este
grupo se movilizaba en una suerte de sociedad con la gerencia, en vez de
encontrarse en oposición a ella. Así pues, Mayo había dado con las mismas
piedras clave de lo que posteriormente se convirtió en la teoría de las relaciones humanas. Su gran
contribución fue su reconocimiento de que la emergencia de un espíritu de grupo
no era un mero accidente, sino más bien una pieza crítica del rompecabezas de
la emotividad que con anterioridad faltaba.
El Segundo y mejor conocido de sus estudios, tuvo lugar
en los talleres Hawthorne de la Western Electric Company. Se inició con una
serie de esfuerzos, relativamente rutinarios, por parte de los ingenieros de la
compañía, para incrementar la producción mediante una mejor iluminación.
Utilizando el procedimiento experimental corriente, modificaron el sistema de
iluminación en ciertos salones de trabajo, manteniendo fija la atención en el
ritmo de producción en tales salones experimentales así como en una sala
"testigo" donde no se había cambiado la iluminación.
A pesar de la nitidez y buena intención del
procedimiento, los resultados fueron en cierto modo exasperantes. Sin importar
que la luz fuera más brillante, más opaca o constante, la producción se fue
para arriba en cada uno de los salones en estudio.
Fue entonces cuando se solicitó la ayuda de Mayo y los
investigadores de Harvard. Aventurándose por entre el cúmulo de factores que
podrían haber sido la causa del alza en la productividad, pronto tuvieron que
desechar lo relativo a la iluminación.
Sin embargo, iniciaron un procedimiento experimental
similar al de Chicago, pero esta vez variando los periodos de descanso y la
duración del día de trabajo, en vez del alumbrado.
A fin de impedir que factores presumiblemente
"externos", como la motivación, influenciaran los resultados, los
investigadores hicieron un esfuerzo especial para que los trabajadores cooperaran
uniformemente en todos los grupos. Como cosa ya sabida, antes de variar las
condiciones experimentales se pidió a los obreros que dieran su aquiescencia.
Nuevamente la curva de producción se elevó, en apariencia
sin conexión alguna con la duración de los periodos de descanso o de los días
de trabajo. Resultaba claro que lo que estaba sirviendo de aguijón a la
productividad se hallaba aún fuera del control de los experimentadores, no
obstante sus elaborados esfuerzos por mantener constantes todas las cosas,
excepto la duración del trabajo y los periodos de descanso. Entonces, ¿qué era
precisamente lo que había salido mal? El grupo investigador comprendió que al
tratar de mantener la puridad científica del experimento, inadvertidamente
habían despertado un poderoso motivador, hasta entonces dormido, Mayo escribe:
El cambio experimental más importante se introdujo cuando
los encargados buscaban la forma de mantener la situación humanamente estable
.. , pidiendo la cooperación de los trabajadores. Lo que ocurrió en realidad
fue que seis individuos se convirtieron en equipo y este equipo se mostró de
todo corazón y espontáneamente cooperador con el experimento.
Al seleccionar a unos cuantos trabajadores de entre
muchos, para que participaran en un experimento, el grupo de Mayo les había
despertado una especie de sentimiento de "élite" o aristocracia entre
ellos mismos; cuando tal cosa se combinó dándoles cierto control (mediante su
asentimiento) sobre su propio día laborable, la moral se acrecentó y, junto con
ella, la producción.
El grupo experimental estaba trabajando bajo condiciones
de motivación que eran vastamente distintas de las que existían en el resto de
la planta: a estos obreros los estaban tratando como si fueran elementos
importantes y de tipo único.
Poseían una importante voz en la decisión de cómo manejar
su propio tiempo y se sentían a salvo (por los investigadores) contra las
demandas rutinarias y restricciones de la gerencia. En otras palabras, todo
parecía indicar que "tratar a los obreros como seres humanos",
permitirles unirse en grupos naturales y relevados de controles impersonales
daba motivos que podrían mejorar
violentamente la producción.
Con objeto de determinar con mayor precisión la índole de
tales motivos, el grupo de investigadores de Harvard se embarcó en la fase de
entrevistas del estudio de Hawthorne, lo que constituía en verdad un proyecto
heroico, ya que requería más de veinte mil entrevistas. La finalidad era
descubrir qué existía en la mente de los trabajadores y qué relación tenía
esto, si es que la había, con su productividad.
Naturalmente, este programa de entrevistas iba mucho más
allá de los confines de los pequeños grupos experimentales en que los
investigadores inadvertidamente habían creado el espíritu de grupo. Extendiéndose
a otros departamentos, los entrevistadores descubrieron que en cualquier otra
parte de la planta prevalecía un clima radicalmente distinto. Encontraron
apatía, enemistad y frustración. En opinión de Mayo, estas actitudes eran
resultado de una administración impersonal o arbitraria: al tratar al
trabajador como un mero par de manos alquiladas y cuyos otros sentimientos, si
acaso los tenía, podían ignorarse impunemente, los directivos despojaban al
obrero de su dignidad y lo privaban de cualquier razón para querer cooperar más
de lo que estaba obligado. La ausencia de preocupación clara y patente de la
gerencia por el aspecto humano de la productividad, palpablemente resultaba
contraproducente a su propio propósito.
Es interesante hacer notar que si bien los
entrevistadores encontraron muchas personas que evidentemente eran neuróticas
(es decir, personas cuya ineptitud para buscar un ajuste de comodidad en
ninguna forma se confinaba a su trabajo), Mayo insistía en que aun con tales
personas la dificultad básica estribaba en su situación de trabajo y no en sus
problemas personales. Esta actitud, en cierto modo, hacia la importancia de las
diferencias individuales, fue característica de las primeras fases del
movimiento de relaciones humanas, cuyo interés completo se ponía en la
influencia determinante del medio ambiente. Conviene recordar que cuando se
formularon estas ideas, el estudio de la conducta se hallaba en pleno apogeo y
los sicólogos estaban seguros de que era factible "dirigir" a los
adultos hacia cualesquiera normas con solo controlar de modo adecuado las
experiencias de su infancia.
La mayoría de los trabajadores de Hawthorne acogieron con
beneplácito las entrevistas. En virtud de que estas se efectuaban prácticamente
en un solo sentido, pues los trabajadores eran los que hablaban mientras los
entrevistadores se concretaban a escuchados con simpatía, se obtuvo muchísimo
de lo que los obreros vaciaron de sus pechos; y tras dar rienda suelta a sus
sentimientos, quedaban en posición de contemplar de modo más objetivo sus
propias situaciones y, como dice Mayo, "darse a sí mismos un buen
consejo". En muchos casos quedaron en aptitud de llevarse mejor con sus
camaradas de trabajo y con los supervisores. De este modo se incrementó considerablemente
la tendencia de los antiguos "solitarios" a moverse en conjunto y
constituir grupos cooperativos.
Sin embargo, este efecto "terapéutico" fue solo
uno de los resultados del programa de entrevistas y, además, en cierto modo
secundario. Desde el punto de vista de la investigación, lo más importante fue
el descubrimiento gradual de cómo se creaban grupos informales de trabajadores,
a pesar de los esfuerzos de los directivos para desanimarlos de eso; y cómo
estos grupos tendían, en efecto, a nulificar los esfuerzos de la gerencia para
promover una mayor productividad. Tales grupos sentaron sus propias normas de
producción y a ellas se adhirió con toda lealtad la mayoría de sus integrantes
Casi podía decirse que el elevado ritmo de rendimiento
era una forma regocijante de manifestar la autoridad del grupo sobre su propia
tarea. Pero cuando el grupo se sentía en oposición a la gerencia (como ocurría
casi inevitablemente cuando los trabajadores se veían tratados en forma
impersonal o "se les subordinaba" en exceso), la productividad
descendía casi al mínimo que la gerencia podía tolerar. Cualesquier incrementos
sobre tal nivel se lograban muy a regañadientes. Los obreros no veían razón
alguna para complacer a la administración cuando esta se les manifestaba evidentemente
hostil o, por lo menos, demostraba su ineptitud para reconocer que ellos tenían
necesidades de seguridad y dignidad que se veían frustradas en la planta.
Los estudios Hawthorne terminaron en 1932 debido a lo
severo de la Gran Depresión de entonces. Durante aquellos años muchos patrones
de motivación normales tuvieron que ser abruptamente interrumpidos debido a que
el trabajo se había tornado en un asunto de aguda supervivencia, por lo que
aquellos motivos más derivativos, como la constitución de grupos, resultaban
verdaderos lujos que la mayoría de los trabajadores difícilmente podían
permitirse. Sin embargo, durante los dos últimos estudios principales de Mayo,
prevalecía una atmósfera diferente.
Pronto encontraron los investigadores que el taller de
fundición de una compañía mostraba un índice de ausentismo notablemente
inferior a cualquiera de las otras dos, a pesar de hecho de que la población
laboral de los tres talleres no era en forma notoria distinta y que la mayoría
de las demás condiciones parecía hallarse en igualdad. Con los resultados de
Hawthorne todavía relativamente frescos en su mente, el grupo de Mayo supo con
exactitud dónde buscar las causas de la buena fortuna de esta compañía. Allí se
encontraron con un vivaz espíritu de equipo, que hacía que los trabajadores
quisieran mantener su récord de buena asistencia, en bien de la reputación del
grupo y evitar una muda desaprobación informal del grupo, que de modo efectivo
censuraba toda ausencia innecesaria. Esto, a su vez, se veía estimulado por las
políticas llenas de perspicacia de la gerencia: los encargados se habían
capitulado durante años mediante una sencilla pero practicable técnica para
preservar la dignidad individual del trabajador (se les enseñaba a ser
pacientes, saber escuchar y evitar desquiciamientos emocionales en las
relaciones con sus hombres).
Así pues, los encargados de este taller en particular
practicaban "buenas relaciones humanas", quizá no en una forma muy
sofisticada pero sí lo suficientemente bien para prevenir sentimientos respecto
a que la gerencia no se preocupaba del trabajador como individuo, sino que su
único objetivo era explotado.
Esta política permitía a los hombres formar alianzas
naturales entre sí, a la vez que veían a la compañía bajo un aspecto bastante
favorable. Claro está que la ceremonia efectuada por el supervisor no era en sí
toda la respuesta. Mayo encontró otras dos políticas que fortalecían
adicionalmente el espíritu de grupo.
Todos los hombres eran pagados sobre la base de producción
de 24 horas, por lo que cada turno se sentía moralmente obligado a coadyuvar
con el siguiente, en vez de aflojar conforme se acercaba la hora de salida. En
segundo lugar, los elementos de cada turno programaban los días de descaso
individual casi entre sí, lo que significaba que cualquier ausencia no
programada daba al traste con los planes personales de todos los demás. La
presión para no faltar y evitar de ese modo el disgusto de los compañeros de
trabajo, resultaba en verdad terrible.
Por el contrario, en las otras dos plantas el ausentismo
era muy alto y cada vez crecía más. Esto no se debía directamente a la carencia
de espíritu de equipo o de políticas que hubieran podido ayudar a adquirido.
Las causas directas eran una serie de inconveniencias y tentaciones que
resultaban ser más poderosas, en cualquier -mañana determinada, que la
motivación del trabajador para presentarse al trabajo. El argumento de Mayo era
que si la gerencia en las otras dos plantas estuviera tan bien aleccionada en
cuanto a relaciones humanas como lo estaba la de la primera planta, la
motivación para ir a trabajar hubiera sido lo suficientemente poderosa para
allanar cualesquier obstáculos que se presentaran en particular en dichas
mañanas.
El cuarto estudio de Mayo se llevó a cabo en una planta
de aeronaves al sur de California, en 1944. En un grado mucho mayor que en las
plantas de la costa del este, la población de trabajadores allí se encontraba
en un constante estado de fluctuación: la gente emigraba e inmigraba a esa zona
en grandes cantidades. Los cambios de personal eran elevadísimos y.
consecuentemente, también el ausentismo. Para agravar la situación. en medio de
tal inestabilidad muchas plantas estaban expandiendo su fuerza laboral hasta
diez y veinte veces.
No obstante. Mayo encontró algunos departamentos que
estaban resistiendo tan caótica situación. Estos departamentos eran de tres
tipos: el primero de ellos estaba constituido por un pequeñísimo grupo donde
una mayor intimidad conglomeraba a los hombres en un núcleo homogéneo. El
segundo tipo era un grupo mayor donde un núcleo de personas fuertemente
motivadas ejercía considerable influencia sobre los demás para fijar el ritmo
de trabajo. El ejemplo que ponían estos elementos al presentarse al trabajo con
toda regularidad, parecía desalentar el ausentismo en los demás. El tercero y
el más importante de ellos por lo que a Mayo concernían, era un grupo cuyo
espíritu de equipo era el objetivo deliberado de sus gerentes.
Los récords de asistencia y productividad en este último
tipo de grupo eran sencillamente fenomenales y Mayo comprendió que no se
trataba de un mero accidente. Los hombres que se hallaban a cargo estaban
convencidos de que la solidaridad debía ser en particular su objetivo más
importante, a fin de alcanzar la meta final de una alta productividad
sostenida. Para lograr esto, se dedicaron a facilitar el trabajo de sus
obreros, a actuar como intermediarios entre sus hombres y los directivos
superiores y a escuchar con atención cualesquier reclamaciones o sugestiones
que sus obreros pudieran hacer. En otras palabras, no los ignoraban, "los
subordinaban" o meramente controlaban.
Como consecuencia de ello, los hombres tenían la
sensación de ser importantes y no meramente objetos ya dados por hecho; cada
hombre se percataba bien que el récord del grupo sufriría si él aflojaba y
todos tenían la firme determinación de no permitir que tal cosa ocurriera. A
los ojos de Mayo, los grupos de este tipo constituían los prototipos de lo que
la supervisión industrial debe ser, si en el futuro se querían evitar los
conflictos, poco anhelo de mejoramiento y hasta estancamiento.
Conforme Mayo analizaba los cambios en la moral que
tenían lugar después de que los hombres comenzaban a pensar en sí mismos como
integrantes de un grupo, se convencía más y más de que habían finalmente dado
con un fenómeno cuyo significado iba más allá de plantas particulares en las
que lo había observado. Las miras de Mayo eran en verdad internacionales, su
alarma considerable y su enfoque hasta cierto punto mesiánico.
Comenzó a vislumbrar a toda la sociedad industrial como
un gigantesco criadero de disensión y rivalidad (quizá, hasta de guerras),
debido en gran parte a que estaba organizada de tal modo que daba por resultado
que los trabajadores fueran tratados como una horda de autómatas sin alma, que
eran movidos por un autointerés económico y nada más. Según lo intuía Mayo, el
trabajo tenía que verse deteriorado hasta convertirse en un mero trueque,
totalmente impersonal, de dinero por trabajo.
Parte de este trato era la aceptación pasiva por parte
del trabajador de cualquier método que los directivos quisieran elegir para
organizar el trabajo de él, aun cuando ello significara fragmentarle este
trabajo hasta el punto de tedio y reglamentarlo hasta el grado de que el
individuo quedara convertido en mero títere.
En efecto, el dinero estaba comprando no solo la mano de
obra, sino también la humillación. Puesto que el sistema estaba diseñado para
eficiencia y daba por sentado que podía hacerse caso omiso de las necesidades
humanas, el resultado era una total frustración y sentimiento de enemistad.
Para la mayoría de la gente no había modo de escapar a
tal frustración. Todo lo que podían hacer era someterse y aceptada como forma
de vida, carente de sentido, insegura y hasta degradante en cierto modo. Mayo
encontró que entre los trabajadores había pruebas muy difundidas de tal
distorsionada actitud hacia la vida; y la denominó "anomia".* Se
caracterizaba por un sentimiento de desenraizamiento, carencia de importancia y
confusión ante la indiferencia del medio ambiente que lo rodeaba. Cualesquiera
esperanzas que tal persona pudiera alguna vez haber abrigado de alcanzar
dignidad y camaradería, por lo regular no eran sino amargas reminiscencias. Si
tales hombres eran dóciles, lamentablemente también eran ineficaces productores
y prontos a sumarse a grupos que tendieran a restringir la producción.
Según Mayo, la genealogía de la anomia se remontaba a la
Revolución Industrial, a la que evidentemente culpó de haber sido algo así como
una catástrofe en lo tocante a la futura felicidad de la humanidad. Con esta
perspectiva, el enorme daño ocasionado por la Revolución Industrial fue la
destrucción de la familia como principal unidad productiva de la economía. Mientras
con anterioridad los trabajadores habían estado ligados por lazos de amor o,
por lo menos, de parentesco e intereses comunes, el trabajo ahora se llevaba a
cabo con la incorporación de extraños cuya presencia en común bajo un solo
techo era un mero accidente de la economía. El trabajo sería en adelante una
cosa que socialmente no .rendiría frutos. El deseo de pertenecer a un grupo
protector dentro del cual el individuo pudiera sumergirse cómodamente
(inmersión que Mayo consideraba esencial para la felicidad humana), se veía
frustrado, con las inevitables consecuencias posteriores.
Aun cuando el análisis hecho por Mayo a este respecto
podría justificarse con muchos casos específicos, obviamente comprendía una
generalización sumamente deprimente y ciertas conclusiones muy dudosas. La idea
de que verse sumergido en un grupo constituye una necesidad humana fundamental
es un ejemplo particularmente descollante de esto último. Sin embargo, resulta
importante darse cuenta de que la validez de la teoría de relaciones humanas,
como ha evolucionado desde Mayo, no se sostiene o desmorona por las
interpretaciones particulares que se le den. Como nosotros lo vemos, es posible
explicar los hechos presentados en los estudios de Mayo sin recurrir a
suposiciones descabelladas o violentando los hechos. Aun cuando las teorías de
Mayo en su mayor parte han resistido la prueba del tiempo, los esfuerzos para
refutarlas (ha habido muchos), concentran su mayor interés sobre aquellos
puntos donde Mayo cedió a su tendencia a salirse por la tangente. Henry
Landsberger, de la Universidad de Comell, en la actualidad uno de los más
sagaces estudiosos de la obra de Mayo y su efecto en la evolución subsecuente
de las relaciones humanas, ha señalado que la tendencia de Mayo a ser dogmático
ha hecho en realidad más difícil que sus ideas reciban toda la atención seria
que merecen.
La obra de Mayo... está rodeada de un aire de
omnisciencia y de tal modo terminante que, correcta o equivocadamente, ha
apabullado de modo equívoco al lector. Lo definitivo corre el riesgo de
producir una sensación de inadecuación, cuando se está tratando con problemas
tan manifiestamente complejos como lo es la inquietud industrial.
Pero, después de todo, Mayo fue un abrebrechas en un
campo cuya importancia difícilmente podemos comenzar a calcular aún. Esto nos
coloca en deuda con él. Puesto que Mayo, como ser humano, necesitaba alguna
clase de motivación propia para abrir el camino y puesto que tal motivación
evidentemente constituía una forma de celo evangelista, bien podemos
permitirnos tomar algunas de sus ideas menos creíbles con menor seriedad, a la
vez que examinamos provechosamente aquellas que tienen fundamentos más sólidos.
Dado que la administración históricamente funcionaba bajo una política en la cual
se esperaba que los trabajadores aceptaran incuestionablemente la disciplina e
intercambiaran su tedio y aislamiento por dinero, Mayo dedujo que la
administración contaba con ciertas suposiciones básicas respecto a la índole
del trabajador. Para ser específicos: el trabajador se consideraba
evidentemente sin aspiración a la dignidad, sin deseo natural para trabajar en
cooperación o con diligencia, a menos que se le obligara a ello y sin renuencia
alguna a un trabajo agotador y tedioso. Su única motivación era evidentemente
el deseo de hacer tanto dinero como pudiera a cambio de tan poco trabajo como
le fuera posible; y a este respecto se supuso que podría laborar corno un
"hombre económico" completamente racional y sin alma. En otras
palabras, la parecía traicionar una oculta idea de lo que los trabajadores
eran, en su totalidad: una simple manada de entes despreciables.
Mayo denominó a tal suposición "hipótesis de la
canalla" y dedicó la mayor parte de sus años de madurez a atacarla como
falsa, ineficaz y destructiva. Falsa, porque embarraba a todos los trabajadores
con un brochazo que sólo una irresponsable minoría merecía (Mayo llegó tan
lejos como sostener que hasta esta minoría no era sino producto del sistema y,
consecuentemente, p-n cierto modo sin culpa). Ineficaz, porque redundaba solo
en una producción restringida y otras formas de oposición y resistencia a la
gerencia. Destructiva, porque muchas personas (especialmente los. no expertos,
cuya seguridad se ve más y más socavada por los avances tecnológicos), eran
llevadas directamente a una anomia, devitalizadora. De acuerdo con la hipótesis
de la canalla, parecía inevitable que más y más trabajadores tuvieran que
sufrir sentimientos de soledad e ineficacia, que mermaría su productividad y a
la larga destruiría su voluntad para continuar formando parte del sistema.
La anomia existía entre los hombres antes de que alguien
llegara a ser empleado en una planta industrial; pero fue entonces cuando se
tornó especialmente aguda, debido al mortal anonimato en que se encontró el
trabajador. Las emociones tenían que reprimirse, con el resultado que los
obreros pronto se tornaron sumamente sensibles a pequeños acontecimientos en el
trabajo (de ahí la impulsiva separación que ocurría, por ejemplo, en la fábrica
textil de Filadelfia). La productividad podría oscilar de modo caprichoso en
respuesta a leves cambios del humor. Por lo tanto, la aparentemente dócil
fuerza laboral producida por la anomia resultaba en la práctica de una total
ineficacia, puesto que las actitudes de los obreros (aunque fueran momentáneas
o irracionales), podrían ejercer un pronunciado efecto en su productividad.
El organismo humano, según lo veía Mayo, simplemente no
estaba preparado para sobrevivir muy bien en un ambiente que hacía poca distinción
entre él y la máquina. El resultado de esta indiferencia masiva hacia la
necesidad individual de pertenecer y ser apreciado, era apatía, descuido y un
creciente número de proscritos que gravitaban sobre la sociedad, solo porque no
encontraban un nicho donde ocultarse.
Las asociaciones informales entre los trabajadores se
formarían espontáneamente, a la más leve oportunidad, puesto que la seguridad
de pertenecer a tal grupo compensaba en exceso el efecto de cualquier
recompensa o castigo que la gerencia quisiera imponer. Si los directivos
trabajaban de acuerdo con la hipótesis de la canalla, estos grupos
inevitablemente se tornarían en alianzas de mutua protección contra sus
patronos. Puesto que la gerencia sería vista como "el enemigo",
resultaría función del grupo proteger al individuo, frustrando así a la
gerencia. Esto redundaría en competencias en que ninguno de los dos bandos
podía en realidad triunfar pero "en las cuales cada uno de ellos podría
infligir terribles penalidades al otro. A menos que la hipótesis de la canalla
se remplazara con una base más sensata para organizar grupos de trabajo, Mayo
preveía un deterioro progresivo de la sociedad industrial, hasta convertirse en
un posible Armagedón.
Es curioso observar que si bien este análisis ayuda en
verdad a explicar el auge del sindicalismo norteamericano (la mayor parte del
cual tuvo lugar después de que se terminaron los estudios Hawthorne), Mayo ni
previó los sindicatos ni reconoció su importancia para corregir las condiciones
por él descritas. Quizá la razón de este notable lapsus fue la convicción de
que la única solución para los problemas sociales de la industria, que tenía
alguna oportunidad de éxito, era la solución de Mayo. Como Mayo no fue solo una
Casandra, a pesar de su fruncimiento contra la Revolución Industrial, la
aceptaba como un fait accompli y procedía a buscar una salida.
El rayo de esperanza que encontró fue que los directivos
inevitablemente dejarían de seguir trabajando según la hipótesis de la canalla,
si se podía poner al descubierto su falsía. En consecuencia, tampoco era
inevitable la anomia. La creciente indiferencia de los trabajadores hacia su
trabajo podría marchar en reversa. Lo que se necesitaba era un reconocimiento
de que los hombres poseían un hambre natural de asociaciones íntimas entre sí
en el trabajo y que cuando la misma organización del trabajo desalentara esto,
las propias metas administrativas se verían inevitablemente obstaculizadas. En
vez de tratar de refrenar el instinto innato a formar grupos, la gerencia
debería alentado y, lo que es más, los directivos deberían procurar
congraciarse con estos grupos, mostrando un activo y genuino interés hacia cada
miembro individual y concediendo al grupo una razonable participación en el
control de su propio trabajo.
Mayo reconocía que esto no podría lograrse por simple
mano dato. Ningún ejecutivo podría firmar un edicto obligando a que en lo
sucesivo todo supervisor mostrara una genuina preocupación por cada uno de sus
subordinados. Tampoco existía ninguna fórmula a toda prueba que pudiera servir
de norma o como receta de cocina, para convencer a todo trabajador de que la
gerencia se preocupaba en realidad por él y que lo respetaba (como bien sabemos
ahora, esta carencia no ha impedido un verdadero cúmulo de cursos de
adiestramiento que conciben las relaciones humanas como un conjunto de rituales
a los que es menester apegarse, aunque no se sientan verdaderamente, en lugar
de verlas como una actitud hacia otras personas). La verdad es que Mayo y sus
asociados previeron la futilidad de hacer la supervisión más tolerable, sin a
la vez mostrar suficiente respeto por la propia madurez del trabajador para
conferirle cierto grado de autoridad sobre sus propias operaciones. Landsberger
observa:
Los autores anunciaron el fracaso de tratar de disipar el
conflicto mediante mejores prácticas frente a frente, unos diecisiete años
antes de que los estudios prácticos llegaran a ello... El éxito de la
"supervisión" de los experimentadores (de Hawthorne) resultó de su
facultad para mantener a raya la práctica acostumbrada de la gerencia de
cambiar asignaciones de trabajo y otras semejantes... No resultó de las
"encantadoras personalidades" de los experimentadores.
En ocasiones Mayo pareció poner su confianza en la
exhortación para encaminar a los administradores hacia las direcciones que,
según él, debían seguir. Como hemos observado, la mayoría de sus ideas han
sobrevivido a las críticas y, si nada más fuera por ello, han hecho que la
mayoría de los gerentes se percaten de que los sentimientos de sus empleados
son tan vitales para su empresa como lo es el capital de trabajo y la buena
maquinaria.
Más bien, si las ideas de Mayo se han difundido
extensamente, su penetración ha sido en verdad poco profunda. Resulta claro que
sus exhortas no fueron suficientes. Lo que realmente se demandaba era una nueva
camada de gerentes, alguien cuyas propias motivaciones estuvieran eslabonadas
menos a la satisfacción de controlar a otra gente que a las recompensas de
facilitar la productividad del grupo. Desgraciadamente, tener poder sobre otros
es a menudo una experiencia seductora para quienes están en posición de
esgrimirlo: es menester ser una persona con notable autocontrol para renunciar
deliberadamente a cualquier parte de él o percatarse de que simplemente ha
permitido penetrar movimientos que facilitan su escape.
Puesto que las relaciones humanas son, hoy por hoy, una
meta administrativa vastamente aceptada, quizás parezca incongruente sugerir
que la gerencia no se ha concedido en realidad la oportunidad de ver lo que
pueden hacer las buenas relaciones humanas. Sin embargo, los modernos
discípulos de Mayo concuerdan casi unánimemente en que sus ideas han recibido
hasta hoy solo una escasa aceptación. Las varias razones para ello resultarán
más claras conforme vayamos avanzando en nuestro estudio de la teoría y de la
investigación que se ha llevado a cabo desde los tiempos de Mayo.
No obstante, podemos señalar aquí la razón más obvia: la
industria se ha mostrado completamente entusiasta para aceptar la idea de que
los gerentes deben ser adiestrados para tratar de un modo efectivo con la
gente. El adiestramiento no puede hacer daño; pero a menos que el gerente se
halle adecuadamente motivado, tampoco tal adiestramiento será de gran ayuda. Lo
que es más, no todo gerente puede ser motivado para bajar su guardia y empezar
a alborotar a la gente, ni siquiera a personas cuya posición hace inevitable
que pongan en duda el juicio y sinceridad del gerente. En último análisis, por
lo que tanto abogó Mayo fue este entusiasmo y no por un estilo particular de
dirigir una empresa.
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ResponderEliminarLo más importante era ser aceptado y que la aptitud fuera aprobada por los demás. El nivel de la producción es resultante de la integración social (a mayor integración, mayor será su capacidad productiva), no de la capacidad física o fisiológica. Analiza el comportamiento social de los trabajadores; los trabajadores trabajan en grupo.
ResponderEliminarExisten una serie de recompensas y sanciones sociales. Si una persona se sale de los estándares, es rechazada.
Grupos informales, relaciones de amistad entre los trabajadores. Hay mayor productividad y confianza dentro de la empresa. Relaciones humanas: acciones y actitudes resultantes entre el contacto entre personas y grupos. No sólo los trabajadores, sino la familia puede influir en la producción.
Importancia del contenido del cargo de todos los trabajadores y jefes. El personal no constituye una constante en el sistema. Cualquier innovación o cambio produce invariable e incoscientemente una reacción en el personal. que hace Elton Mayo en los aspectos emocionales.
Equipo de Julia.
Anahí cruz Hernandez
Citlali Ríos Niño
Maria Magdalena Cruz Santos
Melvil Días Cruz
Miguel Ángel Alvarado Lopez.
Xiadani vera ramos
Según los estudios de Elton Mayo, los trabajadores renunciaban por que caían en una especie de incomodidad y desanimo por el ambiente deshumanizad. A esto Mayo realizo unos cambios, les dio una serie de periodos de descanso que ellos podrían elegir a su conveniencia, y algunos otros.
ResponderEliminarMayo se dio cuenta que las personas que trabajan en equipo y socializan con otras personas tienen un mejor desenvolvimiento dentro de su área de trabajo.
En la actualidad, se ha aceptado la idea de adiestrar a los gerentes para tratar de modo efectivo a los trabajadores, esto no es necesario cuando el gerente esta adecuadamente motivado, pero esto no significa que podrá bajar la guardia y alborotar a las personas, todo va dentro de los limites que no pongan en duda el juicio y sinceridad del gerente.
Enrique de Jesús Ochoa López
Shamara Figueroa Torres
Jossue Alberto González Gallardo
Guadalupe Martínez Sangeado
Alejandra Domíguez Gutíerrez
Fernando Emmanuel Cobaxin Pineda
La idea principal de Elton Mayo era la de que como seres humanos no estamos obligados a comportarnos como maquinas dentro del sentido laboral. Así fue como este sociólogo empezó a organizar a las personas empezando por las iglesias y posteriormente a las organizaciones y empresas. Elton Mayo consideraba en el medio laboral, los sentimientos y actitudes de los trabajadores y afirmaba que sus superiores tenían que escucharlos y tratarlos con igualdad si es que se quiere llegar a los objetivos fijados.
ResponderEliminarIntegrantes:
Maria Guadalupe
Belen Fernanda Ángel Cruz
Yesica Milian Ojeda Valencia
Cruz Guadalupe Lopez Valencia
Bella Flor Trujillo Lopez
Rosemberg Vazquez Vazquez
Los estudios de Elton Mayo ayudaron al desarrollo de la teoría de las relaciones humanas, cuyo objetivo, a nuestro parecer, principal es resaltar la importancia que tienen los recursos humanos para la organización y reconocer que el trabajador no solo trabaja por la obtención de dinero.
ResponderEliminarEl hecho de que la gerencia dejó que los obreros programaran sus propios periodos de descanso, ayudó a que la rotación del personal disminuyera considerablemente, teniendo como consecuencia que la productividad creciera y mejor actitud por parte de los obreros. El que los obreros participaran en la dirección de su propio trabajo los motivo a estar más activos en cuestiones laborales.
-Metzli Kristel Marrufo Miranda.
-Berenice Sánchez Velázquez.
-Sonia Celina Gónzalez Vera.
-Alejandra L. Moreno Zúñiga.
-María Isabel Ruiz Lázaro.
-Ana Carolina Santos Roque.
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ResponderEliminarNuestro equipo le entendió al tema de los estudios de Elton Mayo, que a través de sus estudios podemos decir que la motivación y las relaciones en el trabajo son esenciales para tener una buena productividad y desempeño en el trabajo. Para que los trabajadores se sientan en armonía y satisfechos en lo que hacen de tal modo que Elton Mayo hizo experimentos para poder lograr todos los objetivos que se dio ha conocer anterior mente.
EliminarTambién observamos que la motivación puede presentarse a través de actividades pésimas hacia los trabajadores y dejando a un lado otros sentimientos y hacer que los trabajadores no se sintieran utilizados y podrían darse así mismo un buen consejo.
Con los experimentos de mayo se encontro que entre los trabajadores habían pruebas muy difundidas que des funcionaria la actitud hacia la vida y la denomino anomia.
Esta caracterizado por un sentimiento al cual no tenían importancia ni conocimiento de su cultura. Según mago esto a la revolución industrial por la catástrofe que hubo a la futura felicidad de la humanidad.
Concluyendo así que cada experimento cumplía los diferentes situaciones que se presentaban cada una de ellos con un método diferente pero todos ellos estaban ligados a la motivación y a los relaciones humanas para así alcanzar la productividad y el buen desempeño como de los trabajadores y de la empresa.
-Ana Victoria Coutiño Chavez
-Melissa Sanchez Ángel
-Brenda Karina SolaR
-janeth Guadalupe Hernandez Morales
-Carlo Anthony Cortes Palacios
-Carlos Manuel Arce Camacho
Mas que nada le entendimos la gran importancia que le puso Mayo a este tema en general ya que nos habla de la gran importancia que tienen los empleados dentro de una empresa.
ResponderEliminarTomando en cuenta las circunstancias,comodidad y capacidad en el ámbito laboral a si mismo el buscar la solución a todo tipo de problema con los empleados dentro de ella y lograr el mejor rendimiento para esta.
La idea principal de Mayo era la que los seres humanos no somos una maquinas o estaremos obligados a comportarnos así en el sentido laboral.
Mayo se dio cuenta que los empleados que trabajan en equipo se desarrollan mejor en su area.
-Jesús Alejando Nuñez Toledo
-Guillermo De Jesús Lam Escarpulli
-Andrik Daniel Jimenez Rios
-Aquiles Meza Rodriguez
-Rogelio Antonio Santos Tellez
En el experimento se pudo lograr entender que un grupo de personas o una empresa no puede funcionar si no hay trabajo en equipo, si no hay una unión, por eso cuando algunos de los individuos no cumplía las normas que se habían adapatsdo en el grupo lo castigaban, para que se ajustará a los estándares del grupo.
ResponderEliminarEn general los trabajadores no actuaban ni reaccionaban como uno solo, sino como miembros de un grupo, en el experimento los individuos no podían elegir su cuota de producción, debían dejar que la estableciera e impulsará el grupo.
En definitivamlos ivestigsdores de Hawthorne, comprendieron que los resultados del trabajo fabril era afectos por variables de naturaleza psicológica.
Algo en lo que mayo insistía era en que los seres humanos no somos máquinas y no debían obligarnos a comportarnos de tal manera en una empresa.
-pilar toledo Navarro
-Mara Susana Fernandez Ocaña
-José Armando Meza Hernández
-Fátima Xiomara Estrada Escobar
-arisbeth Morales Hernandez